lunes, 5 de octubre de 2009

El sonido

El sonido, como categoría analítica del estilo, incluye todos los aspectos del sonido considerado en sí mismo en lugar de observarlo como materia prima de la que se sirven la melodía, el ritmo o la armonía. Las observaciones sobre el sonido se agrupan en tres apartados básicos:

  • Timbre: colores que elige el compositor (vocal, instrumental, etc.)
  • Dinámicas: intensidad del sonido, tanto la indicada específicamente por los matices como la que se desprende de la disposición de fuerzas empleadas en la pieza
  • Textura y trama: disposición de los timbres, tanto en momentos determinados como en el continuo despliegue de la obra


1. El timbre


Entre los elementos que más caracterizan un estilo están:

a) La elección de timbres: cuerdas, madera, metales, percusión, sonidos electrónicos, exóticos, concretos, voces femeninas, masculinas, de niños, etc. o combinaciones de todo lo anterior.

b) El ámbito, que es el espacio en el que nos movemos o espectro total de frecuencias empleadas. Preferencia por ámbitos o registros específicos (tesituras) y combinaciones; interés en explotar, o quizás forzar, ámbitos extremos, recalcando sus cualidades parciales en lugar de mantener un equilibrio continuado.


c) Grados y frecuencia de contraste tímbrico, van a contribuir significativamente a perfilar un estilo. Instrumentalmente, el compositor puede optar por desplazarse de los instrumentos agudos a los graves, entre distintas familias o secciones o agrupaciones mezcladas de voces o instrumentos. La duración de etos cambios, que van desde confrontaciones repentinas hasta transiciones graduales, ejerce una profunda influencia sobre el efecto de la composición.

d) Idioma: especiales posibilidades de los instrumentos, efectos, golpes de arco, golpes de lengua, pizzicato, armónicos, frullato, sordinas, etc. Hay algo más importante, el analista de estilo debe comprender también las expansiones innovadoras del compositor sobre la técnica instrumental, como las de la escritura virtuosística para piano de Liszt.


2. Dinámica



Al contacto con la práctica tendemos todos a identificar las dinámicas con aquellos signos escritos sobre la partitura que se refieren al matiz, tales como el piano, forte o crescendo. Sin embargo, las dinámicas deben incluir todos los aspectos de intensidad sonora, todos los matices implícitos en la inflexión musical, sin importar si son indicados por signos específicos o no. Al igual que comprendemos las dinámicas escritas explícitamente, debemos también ejercitarnos en observar la realidad concreta de la música, calculando el flujo de intensidades a través de la confluencia de fuerzas de intensidad de las tesituras agudas o el efecto sobre la intensidad al combinar tímbricamente ciertas mixturas instrumentales.

Deberíamos considerar los siguientes puntos:

a) Tipos de dinámicas: tendremos que incluir en este vocabulario efectos dinámicos señalados o no, desde la más fuerte hasta la más suave, indicando los niveles dinámicos más frecuentes y característicos, así como detalles individuales tales como la adicción al sforzando o "excentricidades" del tipo pf.

b) Grados de contraste: Las diferencias estéticas y de expresión en las distintas épocas producen unos grados de contraste dinámico sorprendentemente cambiante. Mientras la gradación de piano a forte es suficiente para muchos compositores barrocos y del primer clasicismo, en Beethoven encontramos expandido el grado de contraste por lo menos un nivel más en cada dirección, y Mahler necesita a menudo de estrechas yuxtaposiciones de fff y ppp.

c) Frecuencia de contraste: Menos obvia, pero quizás más reveladoradel estilo, es el intervalo de tiempo transcurrido entre diferentes niveles dinámicos, que puede ir desde la sucesión inmediata de dinámicas bruscamente contrastadas pasando por cambios de tipo más gradual tales como crescendos hasta gradaciones más prolongadas del aumento o disminución de la intensidad.

Vistos en su conjunto, el grado y la frecuencia de contraste dan lugar a dos procedimientos dinámicos fundamentales:
  • Dinámicas en terraza (escalonadas o en bloques), como sucede en la alternancia de fuerzas y densidades del tutti y el concertino en un concerto grosso.
  • Dinámicas en pendiente, donde los cambios graduales de fuerzas realizan una transición a través de una pendiente sucesiva hacia planos más altos o más bajos.


3. La textura y la trama


Como la textura cambia en la música a cada momento, el problema principal del analista reside en descubrir unas cuantas generalizaciones útiles para agrupar múltiples observaciones.

Los detalles verticales se pueden describir directamente con términos como delgado y grueso, simple o duplicado, continuo o entrecortado, alternado o superpuesto, equilibrado o cargado de arriba o abajo, puros o mixtos entre las voces y los instrumentos. Constituye un buen método el restringir el significado de textura a combinaciones particulares y momentáneas de los sonidos; y también, continuando nuestra analogía con las telas, mencionaremos la trama para referirnos al tejido continuo de conjunto de las texturas y niveles dinámicos. En el transcurso de la historia de la música han surgido y sobrevivido tipos muy diferenciados de tejidos musicales, resultado de convencionalismos de la extensión textural:

a) Homofónico, homorrítmico, en acordes: referido a estilos cuyos acontecimientos textuales tienen lugar más o menos simultáneamente.

b) Polifónico, contrapuntístico, fugado: referido a estilos que presentan en la textura una vitalidad superior resultante de una mayor variedad rítmica y melódica de los distinos hilos y capas de la trama.

c) Polaridad melodía-bajo: textura característica del barroco elaborada en la trama trío-sonata (típicamente dos violines más bajo continuo)

d) Melodía más acompañamiento: trama temática, orientada por acordes, familiar a gran parte de la música clásica y romántica.

e) Texturas especializadas por secciones: instrumentaciones más sofisticadas, desarrolladas por los compositores para producir efectos orquestales, asignando funciones de sostén a los metales, duplicación o antifonales a las maderas, o para dar relevancia (como soporte o alternativa) a la melodía principal, al acompañamiento y a las cuerdas en su función de bajo.

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