Si las funciones rítmicas del sonido parecen más bien elusivas, las contribuciones que hace a la forma las compensa por su claridad, pues los cambios en el sonido son los que producen las articulaciones más fácilmente observables en cualquier flujo musical.
Cuando, por ejemplo, dudamos de las puntuaciones de una serie de ritmos complejos de superficie o de la superposición contrapuntística de las líneas, son las articulaciones del sonido, tales como el cambio de las voces cantadas a los instrumentos o del forte al piano las que nos resitúna de un modo inequívoco.
El sonido ocupa también un lugar muy destacado en la modelación formal, primeramente como un refuerzo de la memoria temática (es más fácil notar la reaparición de una idea si el color del sonido también recuerda una aparición anterior) y, en segundo lugar, como una fuente de variedad y desarrollo en la presentación de las ideas.
Cuando, por ejemplo, dudamos de las puntuaciones de una serie de ritmos complejos de superficie o de la superposición contrapuntística de las líneas, son las articulaciones del sonido, tales como el cambio de las voces cantadas a los instrumentos o del forte al piano las que nos resitúna de un modo inequívoco.
El sonido ocupa también un lugar muy destacado en la modelación formal, primeramente como un refuerzo de la memoria temática (es más fácil notar la reaparición de una idea si el color del sonido también recuerda una aparición anterior) y, en segundo lugar, como una fuente de variedad y desarrollo en la presentación de las ideas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario