La composición musical más famosa del siglo XIV es la "Messe de Notre Dame" de Guillaume de Machaut.
No fue ésta la primera versión polifónica del ordinario; por lo menos hubo una media docena anterior de ciclos más o menos completos. Pero la de Guillaume de Machaut es importante por sus vastas dimensiones y su textura a cuatro voces desusadas en su época, por su clara planificación como un todo musical y porque, desde cualquier punto de vista, es una obra de primera calidad.
Durante los siglos XII y XIII, los compositores de música eclesiástica se sintieron casi siempre interesados en textos provenientes del propio de la misa, por ejemplo los graduales y aleluyas de los organa de Léonin y Pérotin, pero cuando estas piezas se tocaban juntas en un mismo servicio, su selección y combinación eran fortuitas. Nadie parecía preocuparse acerca de si el kyrie, el gloria, el credo, el sanctus y el agnus dei estaban en un mismo modo o si se basaban en un mismo material temático, o si estaban musicalmente unificados de alguna manera en particular.
Por ello, la Messe de Notre Dame de Guillaume de Machaut, al considerar las cinco divisiones del ordinario como una sola composición musical, en lugar de piezas separadas, resultó una excepción no sólo en su tiempo, sino también durante los setenta y cinco años siguientes.
Es imposible decir con certeza cómo pretendía Guillaume de Machaut que se ejecutase su misa. Es posible que todas las partes vocales se viesen dobladas por instrumentos. Parece probable que la parte de contratenor, en vista de su estilo melódico general y del hecho de que en alguna de las fuentes manuscritas carece de texto, se ejecutase en un instrumento en vez de cantarse, cuando menos en los movimientos isorrítmicos; también es posible que la parte del tenor haya sido ejecutada o doblada por algún instrumento. En el gloria y el credo hay numerosos interludios breves, todos ellos para tenor y contratenor, casi con certeza instrumentales. Pero no podemos decir qué instrumentos se usaron, ni en qué medida.
Tampoco sabemos para qué ocasión fue escrita la obra, a pesar de una persistente -aunque infundada- leyenda que cuenta que lo fue para la coronación del rey francés Charles V le sage en 1364; cualquiera que fuera la ocasión, debió tener gran solemnidad y magnificencia.
No fue ésta la primera versión polifónica del ordinario; por lo menos hubo una media docena anterior de ciclos más o menos completos. Pero la de Guillaume de Machaut es importante por sus vastas dimensiones y su textura a cuatro voces desusadas en su época, por su clara planificación como un todo musical y porque, desde cualquier punto de vista, es una obra de primera calidad.
Durante los siglos XII y XIII, los compositores de música eclesiástica se sintieron casi siempre interesados en textos provenientes del propio de la misa, por ejemplo los graduales y aleluyas de los organa de Léonin y Pérotin, pero cuando estas piezas se tocaban juntas en un mismo servicio, su selección y combinación eran fortuitas. Nadie parecía preocuparse acerca de si el kyrie, el gloria, el credo, el sanctus y el agnus dei estaban en un mismo modo o si se basaban en un mismo material temático, o si estaban musicalmente unificados de alguna manera en particular.
Por ello, la Messe de Notre Dame de Guillaume de Machaut, al considerar las cinco divisiones del ordinario como una sola composición musical, en lugar de piezas separadas, resultó una excepción no sólo en su tiempo, sino también durante los setenta y cinco años siguientes.
Es imposible decir con certeza cómo pretendía Guillaume de Machaut que se ejecutase su misa. Es posible que todas las partes vocales se viesen dobladas por instrumentos. Parece probable que la parte de contratenor, en vista de su estilo melódico general y del hecho de que en alguna de las fuentes manuscritas carece de texto, se ejecutase en un instrumento en vez de cantarse, cuando menos en los movimientos isorrítmicos; también es posible que la parte del tenor haya sido ejecutada o doblada por algún instrumento. En el gloria y el credo hay numerosos interludios breves, todos ellos para tenor y contratenor, casi con certeza instrumentales. Pero no podemos decir qué instrumentos se usaron, ni en qué medida.
Tampoco sabemos para qué ocasión fue escrita la obra, a pesar de una persistente -aunque infundada- leyenda que cuenta que lo fue para la coronación del rey francés Charles V le sage en 1364; cualquiera que fuera la ocasión, debió tener gran solemnidad y magnificencia.
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